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9.13.2011

Juan: Un talento de la comunicación oculto tras un nombre común


La historia no basta con leerla, es necesario vivirla pues esta es la mejor forma de conocerla. Recordar a través de las biografías de grandes personajes algunos de los grandiosos momentos de la historia estadounidense me motiva a hacer más por mi país, es imposible no identificarse con todos ellos, pues cada uno posee alguna característica que admiro.

Las historias de Ben Carson y Juan Williams llamaron particularmente mi atención, pues como el primero soy una eterna apasionada de la lectura gracias al esfuerzo que mis padres hicieron desde muy niña, pero el relato sobre Williams me impresionó enormemente ya que comparto la visión de que los medios de comunicación pueden hacer girar al mundo sobre su eje.

Mi juventud se desarrolla en una época donde la libertad de expresión está en uno de sus momentos más brillantes. La oportunidad de cambiar lo que nos desagrada es más real ahora que en el siglo pasado, para muestra solo hay que notar las revoluciones de  pensamiento y el apoyo que reciben movimientos civiles que buscan reivindicaciones gracias a la difusión masiva que permiten las redes sociales, los celulares y el internet en general.

“Mi meta como periodista negro de esta generación es ofrecer noticias que muestren las alegrías y luchas de los estadounidenses negros, en una época en que disfrutan de máxima libertad”, al igual que Juan la razón por la que escribo es mostrarle a los jóvenes que pueden hacer más por ellos mismos, no podemos darnos el lujo de ser apáticos ante los hechos que lesionan el bienestar de nuestra sociedad con las oportunidades que disfrutamos.

Aquella época donde el racismo y la segregación era el acontecer diario, me es lejana y hasta ajena porque tuve la suerte de nacer en tiempos donde mi etnia o el color de mi tez no me condena; sin embargo la discriminación continúa siendo un obstáculo para el desarrollo de mi nación, sea por cuestiones políticas religiosas, económicas, de sexo u origen.

De adolescente me incliné hacia el periodismo a fin de emular los ideales de gente como Juan Williams, pero en el derecho vislumbré la oportunidad de conocer e involucrarme profundamente con la sociedad, al tiempo que podía contribuir de una forma más diversa y no me eximía de mi deseo de escribir, al contrario, me lo exigía.

Aprovecho cada oportunidad para escribir sobre temas que afectan a la juventud, a fin de que las instituciones que promueven estas iniciativas tomen conciencia de cómo nos afecta el problema “in situ”. Una vez fui galardonada por un ensayo sobre desempleo académico juvenil, llevaba un año y medio buscando trabajo en mi área de estudios (aún lo hago) conocía el tema más allá de los grandes autores pues vivía directamente los obstáculos que enfrenta un joven recién graduado para conseguir una plaza laboral decente en el marco de su licenciatura.

Internet no olvida nunca, todo queda atrapado en la red. Cuando escribo intento demostrar que no somos niños jugando a ser adultos, me esfuerzo en recalcar que la preparación es esencial si deseamos ser tomados en serio. Las limitaciones como estudiante me motivaron a buscar información sobre becas, competencias, cursos formativos, etc. y darles difusión a través de las redes sociales ya que, además de un bajo desempeño académico, la mayoría de mis compañeros tenían en común el deseo de profesionalizarse y lamentaban no haber realizados estudios alternativos durante su vida universitaria que incrementaran sus aptitudes profesionales, muchas veces porque no conocían, por los costos que constituían  y otras, por simple descuido.

Aprovecho los blogs de mis compañeros y las redes sociales para sacar a la luz pública hechos y situaciones que quedarían impunes o pasarían desapercibidos si continuasen en el anonimato. Quizás no logre una revolución social en 700 palabras, sin embargo en internet nada cae en el olvido; mis escritos y hasta mis cambios de estados en Facebook, muestra el sentido crítico que nos obliga a analizar seriamente las situaciones antes de asumir una posición determinada, promueven que no podemos quedarnos callados ante las injusticias, ya que nuestro silencio condena a quien las sufre, que nuestros gobernantes y funcionarios son juzgados en la mente de sus futuros votantes y jueces, que no podemos ni debemos repetir acciones que hoy condenamos públicamente pues nos traicionamos a nosotros mismos.

Juan Williams es el ejemplo idóneo de que una persona si es la diferencia ¿por qué no puedo ser yo?

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