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9.13.2011

En Búsqueda de un Trabajo Decente


Introducción

Programas con el tema de “primer empleo” forman parte de las políticas públicas desarrolladas en todo el mundo; los jóvenes de hoy cuentan con destrezas que los podrían convertir en protagonistas del cambio de paradigma productivo. La importancia de la integración del joven a la vida laboral estriba en la razón de que “la juventud ociosa es costosa”[1], es rentable invertir en los jóvenes, por tanto el tema del desempleo en la población juvenil ha dejado de ser un capítulo más de las políticas sociales y se ha convertido en parte importante de los motores que mueven las economías nacionales.

Constituye una incongruencia la exigencia de experiencia laboral, a pesar de la competencia que demuestre un aspirante a un puesto determinado. La actual crisis de empleo obliga a muchos jóvenes a buscar trabajo por primera vez, pero ante la falta de experiencia, no se les da la oportunidad de adquirirla, indirectamente se constriñe al joven a asumir empleos que el mercado no reconoce y por tanto su trayectoria laboral será mas accidentada.

Los empleos más comunes son aquellos de baja productividad y poca eficiencia, los cuales no dotan de un currículo exitoso al empleado que lo acepta y reduce sus posibilidades de acceder a otras ofertas con mejor perspectiva, atendiendo a su experiencia laboral.

Prolegómeno

La crisis mundial de empleo no se debe únicamente a la “gran depresión” económica norteamericana que ha afectado a todo el mundo, no puede darse un desplome del país más rico del planeta sin haber repercusiones en todos los demás. Dos de cada tres jóvenes latinoamericanos están desempleados (10 millones), en ocupaciones precarias (31 millones) o no estudian ni trabajan (22 millones).[2]

Un gran problema derivado de este caos, es el siguiente:
El enfriamiento económico provoca que las empresas para subsistir deban elegir entre dejar de contratar o reducir su personal, soluciones que afectan a este grupo etario de manera especial, pues la masa de buscadores de empleo está integrada por jóvenes. Los empleadores se ven en la obligación de asumir regulaciones que imponen un alto salario mínimo, lo cual disminuye el empleo de mano de obra joven, pues el costo de contratación se encuentra limitado por su falta de experiencia, asimismo los despidos masivos perjudican a aquellos con menor tiempo laborando, debido a que los gastos por causa del pago de prestaciones laborales y derechos adquiridos son menores, aparte de otras causas de índole social, pues el adulto suele tener cargas familiares mas pesadas.

Estos cambios traen consigo nuevos indicadores para identificar los puntos más débiles de la situación laboral, en consecuencia surgen nuevas preocupaciones. La razón entre la población económicamente activa y la cantidad de puestos de trabajo disponibles o la escasa formación académica de la población en edad de trabajar, dejan de ser primordiales y otras variables como el acceso a un trabajo decente, la inestabilidad de los ingresos, la falla de los discursos éticos ante la realidad de que los contactos personales son lo que verdaderamente definen el acceso a un empleo digno, solo por citar algunas, conforman las nuevas ansiedades que encabezan las agendas de la organización Internacional del Trabajo (OIT) y demás instituciones con fines similares.




El rol de la educación como garante de un empleo decente

La realidad es un tanto paradójica, a pesar de que mi generación ha alcanzado niveles más altos de educación formal que nuestros antecesores, no es menos cierto que enfrentamos mayores obstáculos cuando se trata de conseguir un empleo.

El “desempleo académico” aumenta de forma vertiginosa. Se evidencia que aquellos jóvenes que tienen mayor nivel educativo, tienen que emplearse en puestos por debajo de su nivel de calificación, mientras, quienes poseen un nivel inferior generalmente tienen escasas  alternativas laborales ya que sus necesidades de generar ingresos son inmediatas y por ende sus expectativas de un buen empleo son muy cortas. No cabe duda de que la educación facilita el acceso al empleo, de ahí que aquellos con rangos educativos intermedios tienen expectativas de que sus esfuerzos académicos les permitirán el acceso a mejores puestos de trabajo.

No es una utopía, la idea de que los países que inviertan en mejorar sus servicios de educación, salud y formación laboral, garantizaran a largo plazo un mayor dinamismo económico y la reducción de la pobreza. Un alto porcentaje de jóvenes desempleados implica que se está subutilizando el capital humano del que se dispone, y a este ritmo no es posible alcanzar el potencial del crecimiento económico esperado.

Investigadores como Jürgen Weller[3] afirman que la causa de que la juventud de hoy enfrente tantos obstáculos pese a estar mas preparada que sus padres radica principalmente en la debilidad de la demanda agregada, que ha incidido en que gran parte del nuevo empleo haya surgido en sectores de baja productividad, que se expandieron por la presión de la oferta laboral. Según él, “no se trata de que las nuevas generaciones sean demasiado educadas o que haya un exceso de jóvenes con altos niveles de educación….por el contrario, los avances de la cobertura educacional son insuficientes para alcanzar la equidad y el desarrollo de la región y su calidad es inadecuada”.



La referencia explícita no es casual. Nuestros sistemas educativos no están garantizando una instrucción que facilite al joven insertarse al mercado laboral de forma rápida y efectiva, pues muestran reticencia a abordar los cambios. Cada día las instituciones de educación superior se inquietan por graduar la mayor cantidad de estudiantes, en desmedro de la calidad de los egresados, a modo de ejemplo, en la Licenciatura de Derecho, es muy común escuchar a los maestros comentando que cada día hay mas licenciados y menos abogados.

En palabras de Weller “Los sistemas educativos de la región padecen reconocidamente de problemas de niveles y brechas de calidad (Labarca, 2004; Naciones Unidas, 2005), lo que se ha manifestado, entre otras cosas, en una menor valoración de las credenciales académicas. Existe por lo tanto una presión de arriba hacia abajo: jóvenes con un título no consiguen trabajo en ocupaciones para las que están capacitados, por lo que ocupan un espacio laboral inferior, desplazando a los jóvenes que se han preparado para estas ocupaciones (Novick, 2004). Además, los jóvenes enfrentan la segmentación del sistema educativo, que favorece a los graduados de colegios y universidades reconocidos por la calidad de su enseñanza pero cuyo acceso está restringido por obstáculos financieros (CEPAL/OIJ 2004). Los jóvenes han comprendido claramente lo importante que es la educación, pero con bastante frecuencia opinan que ni la educación ni la formación profesional los prepara adecuadamente para el ámbito laboral, por la falta de vínculos entre el currículo escolar y el mundo del trabajo.”[4]

Las pasantías y los programas de mentoring desarrollados por algunas empresas aportan amplios beneficios al desarrollo de habilidades del estudiante universitario y al futuro desempeño como profesional de la persona, pero en un gran número de casos, el concepto de estas herramientas pedagógicas ha sido viciado. Estas experiencias de trabajo se caracterizan por tener ingresos bajos a cambio de pocos conocimientos, algunas veces no relacionadas directamente con el objeto primordial de la pasantía, y en ciertas ocasiones los expone a amenazas de despido, malos tratos, acoso sexual o relaciones personales desagradables.



Dichas empresas observan en estos pasantes la ventaja de mano de obra a bajo costo y no el potencial que tiene cada uno, causando que la percepción del trabajo como forma de obtener ingresos se superponga a la contribución que la labor hace al desarrollo material, cultural y espiritual del individuo.

Varios países han introducido contratos especiales para promover la contratación del sector juventud, sin embargo, estos muestran derechos laborales reducidos, desprotegiendo a un grupo vulnerable de la población y sustituyendo mano de obra adulta por mano de obra joven peor remuneradas.


¿Existe una estrategia que permita a los jóvenes desarrollar una formación adecuada que le garantice el acceso a un empleo decente?

El trabajo decente es un concepto propuesto por la OIT para establecer las características que debe reunir una relación laboral para considerar que cumple los estándares laborales internacionales, de manera que el trabajo se realice en condiciones de libertad, igualdad, seguridad y dignidad humana.[5] Proporcionar a los jóvenes trabajo digno y productivo es una de las metas trazadas en los Objetivos del Milenio, hacer caso omiso de las estadísticas profundizaría la gran brecha de desigualdad social.

La idea de que el manejo de nuevas tecnologías y la facilidad con la que esta generación se adapta a los cambios es un factor que favorece a los jóvenes que ingresan al mercado laboral, por eso las autoridades deben colocar entre sus prioridades la disminución de la economía informal y el fomento a la creación de empresas que generen mayor cantidad de puestos de trabajo con mejores estándares de calidad; de este modo se allana el camino para reducir la pobreza.



Sólo cumpliremos los retos que enfrentamos como nación si se otorga un nuevo impulso a sectores como las MIPYMES[6], ya que ellas concentran la mayor cantidad de puestos de trabajos, lo que implica que se implementen acciones conjuntas con otros sectores, con el firme propósito de desarrollar cambios sustentables que planteen nuevos espacios.

El fortalecimiento de las políticas de desarrollo económico local y de los instrumentos mediante los cuales el Estado interviene en los mercados promueve el desarrollo institucional. Sería recomendable que dentro de las Secretarías o Ministerios de Trabajo, las Direcciones de Empleo estén pendientes de las vacantes y ofertas laborales existentes en el mercado, de modo que, cuando un desempleado deposite su perfil profesional sea recomendado a un puesto de trabajo, en atención a sus aptitudes.

La aplicación objetiva de estos mecanismos augura un personal adecuado en los sectores donde se requiera y al mismo tiempo, permite que las instituciones de formación técnica y de educación superior en colaboración con los organismos estatales competentes elaboren estudios que determinen las áreas productivas mas necesitadas de personal calificado. El resultado de este ejercicio da lugar a la promulgación de pautas que restrinjan el acceso a carreras o cursos donde hay superpoblación y se promueva el estudio de carreras precisas para el desarrollo integral del país.

El emprendedurismo juvenil ha sido muy popular en los últimos años, pero la realidad refleja que el joven enfrenta considerables obstáculos al iniciar actividades empresariales, como pueden ser los recursos irrisorios y las limitaciones de obtener crédito en entidades financieras, por ello estas iniciativas poseen un alto riesgo de fracaso. Lo efímero de estas empresas induce a estos jóvenes independientes a convertirse nuevamente en asalariados[7], por ende, mientras el dinamismo económico se mantenga resentido, no es recomendable hacer grandes inversiones, salvo que estos emprendimientos tengan perspectiva de éxito.[8]                                                                                                                                                                                                                                                                  

Es aconsejable reorientar la educación hacia el fomento del espíritu emprendedor con el fin de estimular habilidades, competencias y actitudes útiles en el mundo laboral. Al alimentar el espíritu de colaboración, los jóvenes se involucran a fondo con aportar soluciones a las problemáticas de su país. Esta motivación conviene enfocarse en la participación en proyectos comunitarios y organizaciones sin fines de lucro, sin la necesidad de acudir a las esferas políticas, pues los jóvenes tienen la percepción de que el sistema político y de partidos no representa sus demandas ni se ve comprometido con la promoción de mayor igualdad entre ellos.[9]

Los discursos populares etéreos y la inestabilidad en el mercado de trabajo, hacen que prevalezca en el joven una incertidumbre respecto a su futuro laboral. Las opciones de carrera se dificultan cuando una persona entre 15 y 29 años tiene que asumir el pluriempleo, agotando jornadas laborales completas a cambio de sueldos míseros y una pobre experiencia, donde la puesta en práctica de nuevas habilidades o la búsqueda de conocimientos no es la prioridad. Aún así deben rendir adecuadamente en sus estudios, pues solo ello garantiza un cambio de entorno.

En consecuencia, la CEPAL[10] establece que otro reto pendiente es el establecimiento de  nuevas regulaciones del mercado ocupacional, que impulse relaciones laborales en las que se promuevan, mecanismos de protección acordes con las nuevas realidades económicas.

La educación sigue siendo clave para la mejoría de las perspectivas laborales de los jóvenes, pero en tiempos de estancamiento el mayor logro educativo no es garantía para una inserción laboral exitosa. Es imperioso presionar a los grupos de poder a trazar verdaderas soluciones que dignifiquen el trabajo y proporcionen mayor acceso a una educación de calidad, este es el desafío que debe unir a República Dominicana y al mundo. Frente a una crisis mundial hacen falta remedios mundiales, una crisis global no se afronta con disposiciones nacionales.





[1] Informe de la OIT: “Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil”. Ginebra. 30 de  octubre del año 2006.
[2] Informe de la OIT “Trabajo Decente y Juventud . América Latina (2007)
[3] Oficial de Asuntos Económicos. Unidad de Análisis Macroeconómico de la División de Desarrollo Económico. CEPAL
[4] La Inserción Laboral de los Jóvenes: Características, Tensiones y Desafíos. Jürgen Weller. Revista de la CEPAL. No. 92. Agosto 2007. Pág. 76.
[5] Juan Somavía. Trabajo Decente: Memoria del Director General. OIT. 1999
[6] Micros, Pequeñas y Medianas Empresas (MIPYMES)
[7] Chile, Ecuador y Perú: Estabilidad Laboral de los Independientes, Jóvenes y Adultos. Cuadro 10. Revista de la CEPAL. No. 92. Agosto 2007. Pág. 79.
[8] La Inserción Laboral de los Jóvenes: Características, Tensiones y Desafíos. Jürgen Weller. Revista de la CEPAL. No. 92. Agosto 2007. Pág. 80.
[9]Encuestas realizadas por Instituto Mexicano de la Juventud (IMJ) de México (2000), Instituto Nacional de la Juventud (INJUV) de Chile (2003), Colombia/Joven (2000), e Instituto Nacional de la Juventud (INJUVE) (2000).
[10] Cohesión social: inclusión y sentido de pertenencia en América Latina y el Caribe. 2007

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