Introducción
Programas
con el tema de “primer empleo” forman parte de las políticas públicas
desarrolladas en todo el mundo; los jóvenes de hoy cuentan con destrezas que
los podrían convertir en protagonistas del cambio de paradigma productivo. La
importancia de la integración del joven a la vida laboral estriba en la razón
de que “la juventud ociosa es costosa”[1],
es rentable invertir en los jóvenes, por tanto el tema del desempleo en la
población juvenil ha dejado de ser un capítulo más de las políticas sociales y
se ha convertido en parte importante de los motores que mueven las economías
nacionales.
Constituye
una incongruencia la exigencia de experiencia laboral, a pesar de la
competencia que demuestre un aspirante a un puesto determinado. La actual crisis
de empleo obliga a muchos jóvenes a buscar trabajo por primera vez, pero ante
la falta de experiencia, no se les da la oportunidad de adquirirla, indirectamente
se constriñe al joven a asumir empleos que el mercado no reconoce y por tanto su
trayectoria laboral será mas accidentada.
Los
empleos más comunes son aquellos de baja productividad y poca eficiencia, los
cuales no dotan de un currículo exitoso al empleado que lo acepta y reduce sus
posibilidades de acceder a otras ofertas con mejor perspectiva, atendiendo a su
experiencia laboral.
Prolegómeno
La crisis mundial de empleo no se debe únicamente a la
“gran depresión” económica norteamericana que ha afectado a todo el mundo, no
puede darse un desplome del país más rico del planeta sin haber repercusiones
en todos los demás. Dos de cada tres jóvenes latinoamericanos están desempleados (10
millones), en ocupaciones precarias (31 millones) o no estudian ni trabajan (22
millones).[2]
Un gran problema derivado de este
caos, es el siguiente:
El enfriamiento económico provoca
que las empresas para subsistir deban elegir entre dejar de contratar o reducir
su personal, soluciones que afectan a este grupo etario de manera especial,
pues la masa de buscadores de empleo está integrada por jóvenes. Los
empleadores se ven en la obligación de asumir regulaciones que imponen un alto
salario mínimo, lo cual disminuye el empleo de mano de obra joven, pues el
costo de contratación se encuentra limitado por su falta de experiencia, asimismo
los despidos masivos perjudican a aquellos con menor tiempo laborando, debido a
que los gastos por causa del pago de prestaciones laborales y derechos
adquiridos son menores, aparte de otras causas de índole social, pues el adulto
suele tener cargas familiares mas pesadas.
Estos
cambios traen consigo nuevos indicadores para identificar los puntos más
débiles de la situación laboral, en consecuencia surgen nuevas preocupaciones.
La razón entre la población económicamente activa y la cantidad de puestos de
trabajo disponibles o la escasa formación académica de la población en edad de
trabajar, dejan de ser primordiales y otras variables como el acceso a un
trabajo decente, la inestabilidad de los ingresos, la falla de los discursos
éticos ante la realidad de que los contactos personales son lo que verdaderamente
definen el acceso a un empleo digno, solo por citar algunas, conforman las
nuevas ansiedades que encabezan las agendas de la organización Internacional
del Trabajo (OIT) y demás instituciones con fines similares.
El rol de la educación como garante de un empleo
decente
La realidad es un tanto paradójica, a pesar de que mi
generación ha alcanzado niveles más altos de educación formal que nuestros antecesores,
no es menos cierto que enfrentamos mayores obstáculos cuando se trata de
conseguir un empleo.
El “desempleo académico” aumenta
de forma vertiginosa. Se evidencia que aquellos jóvenes que tienen mayor nivel educativo, tienen que emplearse
en
puestos por debajo de su nivel de calificación, mientras, quienes poseen un nivel
inferior generalmente tienen escasas alternativas laborales ya que sus necesidades
de generar ingresos son inmediatas y por ende sus expectativas de un buen
empleo son muy cortas. No cabe duda de que la educación facilita el acceso al
empleo, de ahí que aquellos con rangos educativos intermedios tienen expectativas
de que sus esfuerzos académicos les permitirán el acceso a mejores puestos de
trabajo.
No es una utopía, la idea de que los países que
inviertan en mejorar sus servicios de educación, salud y formación laboral, garantizaran
a largo plazo un mayor dinamismo económico y la reducción de la pobreza. Un alto porcentaje de jóvenes desempleados implica que se está subutilizando el capital humano
del que se dispone, y a este ritmo no es posible alcanzar el potencial del
crecimiento económico esperado.
Investigadores como Jürgen Weller[3]
afirman que la causa de que la juventud de hoy enfrente tantos obstáculos pese
a estar mas preparada que sus padres radica principalmente en la debilidad de
la demanda agregada, que ha incidido en que gran parte del nuevo empleo haya
surgido en sectores de baja productividad, que se expandieron por la presión de
la oferta laboral. Según él, “no se trata de que las nuevas generaciones sean
demasiado educadas o que haya un exceso de jóvenes con altos niveles de
educación….por el contrario, los avances de la cobertura educacional son
insuficientes para alcanzar la equidad y el desarrollo de la región y su
calidad es inadecuada”.
La referencia explícita no es casual. Nuestros sistemas
educativos no están
garantizando una instrucción que facilite al joven insertarse al mercado
laboral de forma rápida y efectiva, pues muestran reticencia a abordar los
cambios. Cada día las instituciones de educación superior se inquietan por
graduar la mayor cantidad de estudiantes, en desmedro de la calidad de los
egresados, a modo de ejemplo, en la Licenciatura de Derecho, es muy común escuchar a
los maestros comentando que cada día hay mas licenciados y menos abogados.
En
palabras de Weller “Los sistemas educativos de la región padecen
reconocidamente de problemas de niveles y brechas de calidad (Labarca, 2004;
Naciones Unidas, 2005), lo que se ha manifestado, entre otras cosas, en una
menor valoración de las credenciales académicas. Existe por lo tanto una
presión de arriba hacia abajo:
jóvenes con un título no consiguen trabajo en ocupaciones para las que están
capacitados, por lo que ocupan un espacio laboral inferior, desplazando a los
jóvenes que se han preparado para estas ocupaciones (Novick, 2004). Además, los
jóvenes enfrentan la segmentación del sistema educativo, que favorece a los
graduados de colegios y universidades reconocidos por la calidad de su
enseñanza pero cuyo acceso está restringido por obstáculos financieros (CEPAL/OIJ
2004). Los jóvenes han comprendido claramente lo importante que es la
educación, pero con bastante frecuencia opinan que ni la educación ni la
formación profesional los prepara adecuadamente para el ámbito laboral, por la
falta de vínculos entre el currículo escolar y el mundo del trabajo.”[4]
Las
pasantías y los programas de mentoring
desarrollados por algunas empresas aportan amplios beneficios al desarrollo de
habilidades del estudiante universitario y al futuro desempeño como profesional
de la persona, pero en un gran número de casos, el concepto de estas
herramientas pedagógicas ha sido viciado. Estas experiencias de trabajo se
caracterizan por tener ingresos bajos a cambio de pocos conocimientos, algunas
veces no relacionadas directamente con el objeto primordial de la pasantía, y
en ciertas ocasiones los expone a amenazas de despido, malos tratos, acoso
sexual o relaciones personales desagradables.
Dichas
empresas observan en estos pasantes la ventaja de mano de obra a bajo costo y
no el potencial que tiene cada uno, causando que la percepción del trabajo como
forma de obtener ingresos se superponga a la contribución que la labor hace al
desarrollo material, cultural y espiritual del individuo.
Varios
países han introducido contratos especiales para promover la contratación del
sector juventud, sin embargo, estos muestran derechos laborales reducidos,
desprotegiendo a un grupo vulnerable de la población y sustituyendo mano de
obra adulta por mano de obra joven peor remuneradas.
¿Existe una estrategia
que permita a los jóvenes desarrollar una formación adecuada que le garantice
el acceso a un empleo decente?
El trabajo decente
es un concepto propuesto por la OIT
para establecer las características que debe reunir una relación laboral para
considerar que cumple los estándares laborales internacionales, de manera que
el trabajo se realice en condiciones de libertad, igualdad, seguridad y
dignidad humana.[5] Proporcionar
a los jóvenes trabajo digno y productivo es una de las metas trazadas en los
Objetivos del Milenio, hacer caso omiso de las estadísticas profundizaría la
gran brecha de desigualdad social.
La
idea de que el manejo de nuevas tecnologías y la facilidad con la que esta
generación se adapta a los cambios es un factor que favorece a los jóvenes que
ingresan al mercado laboral, por eso las autoridades deben colocar entre sus
prioridades la disminución de la economía informal y el fomento a la creación
de empresas que generen mayor cantidad de puestos de trabajo con mejores estándares
de calidad; de este modo se allana el camino para reducir la pobreza.
Sólo
cumpliremos los retos que enfrentamos como nación si se otorga un nuevo impulso
a sectores como las MIPYMES[6],
ya que ellas concentran la mayor cantidad de puestos de trabajos, lo que
implica que se implementen acciones conjuntas con otros sectores, con el firme propósito
de desarrollar cambios sustentables que planteen nuevos espacios.
El
fortalecimiento de las políticas de desarrollo económico local y de los
instrumentos mediante los cuales el Estado interviene en los mercados promueve
el desarrollo institucional. Sería recomendable que dentro de las Secretarías o
Ministerios de Trabajo, las Direcciones de Empleo estén pendientes de las vacantes
y ofertas laborales existentes en el mercado, de modo que, cuando un
desempleado deposite su perfil profesional sea recomendado a un puesto de
trabajo, en atención a sus aptitudes.
La
aplicación objetiva de estos mecanismos augura un personal adecuado en los sectores
donde se requiera y al mismo tiempo, permite que las instituciones de formación
técnica y de educación superior en colaboración con los organismos estatales
competentes elaboren estudios que determinen las áreas productivas mas
necesitadas de personal calificado. El resultado de este ejercicio da lugar a
la promulgación de pautas que restrinjan el acceso a carreras o cursos donde
hay superpoblación y se promueva el estudio de carreras precisas para el
desarrollo integral del país.
El
emprendedurismo juvenil ha sido muy popular en los últimos años, pero la
realidad refleja que el joven enfrenta considerables obstáculos al iniciar
actividades empresariales, como pueden ser los recursos irrisorios y las
limitaciones de obtener crédito en entidades financieras, por ello estas
iniciativas poseen un alto riesgo de fracaso. Lo efímero de estas empresas induce
a estos jóvenes independientes a convertirse nuevamente en asalariados[7],
por ende, mientras el dinamismo económico se mantenga resentido, no es
recomendable hacer grandes inversiones, salvo que estos emprendimientos tengan
perspectiva de éxito.[8]
Es
aconsejable reorientar la educación hacia el fomento del espíritu emprendedor
con el fin de estimular habilidades, competencias y actitudes útiles en el
mundo laboral. Al alimentar el espíritu de colaboración, los jóvenes se
involucran a fondo con aportar soluciones a las problemáticas de su país. Esta
motivación conviene enfocarse en la participación en proyectos comunitarios y
organizaciones sin fines de lucro, sin la necesidad de acudir a las esferas
políticas, pues los jóvenes tienen la percepción de que el sistema político y
de partidos no representa sus demandas ni se ve comprometido con la promoción
de mayor igualdad entre ellos.[9]
Los
discursos populares etéreos y la inestabilidad en el mercado de trabajo, hacen
que prevalezca en el joven una incertidumbre respecto a su futuro laboral. Las
opciones de carrera se dificultan cuando una persona entre 15 y 29 años tiene
que asumir el pluriempleo, agotando jornadas laborales completas a cambio de sueldos
míseros y una pobre experiencia, donde la puesta en práctica de nuevas
habilidades o la búsqueda de conocimientos no es la prioridad. Aún así deben rendir
adecuadamente en sus estudios, pues solo ello garantiza un cambio de entorno.
En
consecuencia, la CEPAL[10]
establece que otro reto
pendiente es el establecimiento de nuevas
regulaciones del mercado ocupacional, que impulse relaciones laborales en las
que se promuevan, mecanismos de protección acordes con las nuevas realidades
económicas.
La
educación sigue siendo clave para la mejoría de las perspectivas laborales de
los jóvenes, pero en tiempos de estancamiento el mayor logro educativo no es
garantía para una inserción laboral exitosa. Es imperioso presionar a los
grupos de poder a trazar verdaderas soluciones que dignifiquen el trabajo y
proporcionen mayor acceso a una educación de calidad, este es el desafío que
debe unir a República Dominicana y al mundo. Frente a una crisis mundial hacen
falta remedios mundiales, una crisis global no se afronta con disposiciones nacionales.
[1] Informe de la OIT : “Tendencias Mundiales del
Empleo Juvenil”. Ginebra. 30 de octubre
del año 2006.
[2] Informe de la OIT
“Trabajo Decente y Juventud . América Latina (2007)
[3]
Oficial de Asuntos Económicos. Unidad de Análisis
Macroeconómico de la División
de Desarrollo Económico. CEPAL
[4] La Inserción Laboral
de los Jóvenes: Características, Tensiones y Desafíos. Jürgen Weller. Revista
de la CEPAL. No.
92. Agosto 2007. Pág. 76.
[5] Juan Somavía. Trabajo Decente: Memoria del Director
General. OIT. 1999
[6] Micros, Pequeñas y
Medianas Empresas (MIPYMES)
[7] Chile, Ecuador y Perú:
Estabilidad Laboral de los Independientes, Jóvenes y Adultos. Cuadro 10. Revista
de la CEPAL. No.
92. Agosto 2007. Pág. 79.
[8] La Inserción Laboral
de los Jóvenes: Características, Tensiones y Desafíos. Jürgen Weller. Revista
de la CEPAL. No.
92. Agosto 2007. Pág. 80.
[9]Encuestas
realizadas por Instituto Mexicano de la Juventud (IMJ) de México (2000), Instituto
Nacional de la Juventud
(INJUV) de Chile (2003), Colombia/Joven (2000), e Instituto Nacional de la Juventud (INJUVE) (2000).
[10] Cohesión
social: inclusión y sentido de pertenencia en América Latina y el Caribe. 2007
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Este blog le invita a compartir información, experiencias y observaciones sobre los temas que tratan los artículos que se publican. Lo invitamos a que participe en un debate abierto y le pedimos que evite el uso de palabras obscenas, frases de odio, comentarios personales y señalamientos que puedan resultar ofensivos. Gracias por sus opiniones.