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9.13.2011

La evolución del concepto de seguridad y de los organismos del orden


El contexto regional expresa un cuadro heterogéneo en aras de desarrollo político, estabilidad, crecimiento económico, conflictos internos y esencialmente en las manifestaciones de violencia política; provocando momentos en los que nuestras similitudes son intrascendentes. Las vicisitudes económicas que afectaron a América Latina desde finales de los 90, así como la posición geopolítica que ocupa en el Caribe la República Dominicana le ha otorgado siempre a nuestro país un rol de vital importancia en la búsqueda del mantenimiento de la armonía en la región.

Los años 90 significaron un reordenamiento internacional. Finalizada la Guerra Fría,  la agenda internacional se reevalúa y las nuevas estrategias de seguridad internacional se enfocan en el plano diplomático y en políticas de previsión, de ahí que se recurren a un proceso de “cumbres” alternativas a los foros de la OEA y las naciones latinoamericanas consideran nuevos tratamientos con la potencia ganadora, Estados Unidos, mediante la búsqueda de acuerdos comerciales. Como valor agregado, se añaden los procesos de paz en Centroamérica y los inicios de integración en grupos netamente caribeños o latinoamericanos que conforman los principales antecedentes de entidades como MERCOSUR, CARICOM, Grupo de Rio, el SICA, la Comunidad Andina, entre otros.

A partir de 1996 Republica Dominicana reorienta su política exterior, priorizando la modernización del marco institucional y de los órganos internos, asimismo se definen nuevas estrategias de inserción y participación en organismos de la región y del mundo además de estrechar los lazos de amistad con los demás países de América y el Caribe a través de Reuniones de Jefes de Estados, de Ministros de Relaciones Exteriores y de Fuerzas Armadas.

Los efectos colaterales de las crisis económicas incrementan los índices de percepción de inseguridad ciudadana[1], entre otras razones, debido a que los fondos públicos destinados a los aspectos de seguridad y defensa del Estado deben ser desviados para subsanar las cifras macroeconómicas o sub utilizados en estrategias poco eficientes de la lucha contra el crimen. La distribución del poder global sufrió un revés a partir del 2003, Estados Unidos y la Comunidad Europea tienen panoramas desoladores para los años venideros, lo que afecta seriamente las economías de los países latinoamericanos, siendo el primero uno de los principales socios comerciales de República Dominicana.

Una nueva estructura con rasgos orientales se instala como el actor principal en la reconstrucción del sistema económico global. La incertidumbre es palpable y los antiguos estándares no caerán fácilmente; el retorno al nacionalismo y a las políticas económicas de tendencia proteccionista en las que han incurrido algunos países en América Latina son elementos levemente regresivos, pues nunca han constituido un buen síntoma para un crecimiento económico sostenible y saludable. Este escenario es un ambiente propicio para que las amenazas transnacionales escapen al control del Estado y favorece al incremento de las crisis domesticas, como las inmigraciones ilegales, el crimen organizado, el terrorismo y el narcotráfico. Asumiendo las palabras del Secretario General de la OEA[2]la inseguridad pública es hoy día una de las principales amenazas para la estabilidad, el fortalecimiento democrático y las posibilidades de desarrollo de las Américas.”

El concepto de seguridad se ha expandido y con él las funciones asignadas a los organismos encargados de mantenerla, como son la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas. Estos cuerpos, históricamente subordinados (más allá de lo que la Constitución señala) a la figura presidencial y vinculados durante ciertos periodos a la perpetración continua de violaciones a Derechos Humanos han dejado de ser catalogadas como organismos de represión y ejercen el rol de estabilizadores y protectores del régimen democrático. Paradójicamente, su vital importancia en el proceso de consolidación de la democracia ha significado, excepcionalmente, que su estrecha vinculación con el aparato estatal puede representar una amenaza al orden constitucional de los países de la  región, tal y como sucedió en Honduras durante el 2009.[3]

La República Dominicana amerita una revitalización en el tema de seguridad y defensa; los primeros pasos fueron dados a mediados de los 90 y la actual Constitución contiene dos títulos donde reestructura el organigrama actual de las Fuerzas Armadas y crea nuevos organismos que complementarían su labor, pero no es suficiente. A fin de que la norma sea eficiente en el terreno, es necesario un largo proceso de adaptación de la legislación vigente en materia de Fuerzas Armadas y Policía Nacional, además de la creación de un número incalculable de leyes que posibiliten la efectividad de los organismos y no políticas de corto plazo y carácter represivo, como las que abundan en la actualidad.[4]

Mientras el Estado era actor principal de la escena política, su seguridad se homologó con el mismo concepto; así, seguridad era entendida en un contexto más territorial, como la protección de las fronteras del Estado de agresiones perpetradas por injerencias extranjeras. Las guerras entre naciones en la región latinoamericana solo se ven en los libros desde hace mucho tiempo, sin embargo, la carrera armamentista se incrementa cada año y los cuerpos castrenses adquieren más relevancia en cuanto al mantenimiento del orden público y la estabilidad gubernamental.


La seguridad nacional adquiere un nuevo significado en tiempos de paz, el pleno ejercicio de los derechos tienen poderosos enemigos que socavan la base de sustentación donde el Estado descansaba como actor fundamental, como podrían ser las consecuencias de los efectos económicos, la inestabilidad que provocan los desastres naturales, la incontrolable migración haitiana, el narcotráfico, el incremento de la degradación medioambiental, el problema energético, la persistencia de la pobreza y la pobreza extrema, la debilidad estructural del sistema judicial, la corrupción administrativa, el incremento de la delincuencia a consecuencia de la deportación de criminales, y la falta de credibilidad y profesionalización de las fuerzas del orden público.[1]


Según declaraciones de Joseph Tulchin[2] durante el seminario internacional titulado "Entre el Crimen y el Castigo: Seguridad Ciudadana, Gobernabilidad y Control Civil”[3], algunos indicadores que se han tomado en cuenta para verificar el aumento en los índice de inseguridad son:
        El aumento de la cantidad de civiles armados
        La proliferación de agencias de seguridad privada
        Bajo nivel de tolerancia institucional
        La incorporación de métodos más militarizantes por parte de los organismos de control policial.
        Proliferación de armas de destrucción masiva en el plano regional y global.
        Ausencia de integración de la cultura preventiva y el entorno social

La conceptualización del Estado de Derecho se refiere a que toda sociedad debe poseer un sistema de normas legales que permita la convivencia ordenada de sus miembros y que garantice el pleno ejercicio de sus derechos civiles y políticos, otorgando primacía al respeto de los derechos fundamentales. Debido a que el rol de las Fuerzas Armadas ha variado con el paso del tiempo, es obligatorio que la restructuración de las instituciones castrenses pase por un proceso de reformas que actualice la legislación vigente y la adecúe a la realidad presente. 


[1] “Las FF. AA. Frente a las nuevas amenazas a la Seguridad Nacional”. Articulo de la Revista de las Fuerza Armadas, el cual compila el texto integro de la Conferencia ofrecida en marzo del 2009 por el Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas Tnte. Gral. Piloto, F.A.D. (DEM) Rafael Peña Antonio, en el Colegio de Ingenieros Arquitectos y Agrimensores (CODIA).Septiembre 2009. Pag. 4
[2]Dr. Joseph Tulchin. Ph.D., History, Harvard University; Cambridge University; B.A., American Studies, Amherst. Director del Programa Latinoamericano del Woodrow Wilson Center.

[3]Realizado por el Programa Latinoamericano del Woodrow Wilson Center y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, de la República Dominicana, durante los días 4 y 5 de octubre del 2001 con el auspicio de la Fundación Ford.



[1]Kliksberg, Bernardo. Mitos y realidades sobre la criminalidad en América Latina. Algunas anotaciones estratégicas sobre cómo enfrentarla y mejorar la cohesión social. Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP), 2007. Pág. 5
[2] José Miguel Insulza, Secretario General de la Organización de Estados Americanos. Discurso ofrecido durante la Segunda Reunión de Ministros en Materia de Seguridad Pública en las Américas. 4 de noviembre, 2009. Santo Domingo, República Dominicana

[3] Recuento periodístico sobre la crisis en Honduras durante el 2009.
[4]Dammert, Lucia – Álvarez Veloso, David.  Fuerzas Armadas en seguridad pública. ¿Solución o problema? Revista Nueva Sociedad. Edición de noviembre de 2008. Buenos Aires, Argentina

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